lunes, 30 de noviembre de 2015


ALBERTO DIAZ GOLDFARB



   El día 17 de noviembre del 2015 falleció Alberto Díaz Goldfarb.
   El fue un Psicólogo (Universidad Nacional de Córdoba) que comprendió y llevó a una nueva evolución la teoría de Wilhelm Reich; trascendiendo los límites del conocimiento actual.
   El conocimiento desarrollado se basó en investigaciones sobre la Percepción.
   El y su esposa Lic. Liliana Luque desarrollaron  una terapia que integró una metodología de acción sobre el paciente en el Ámbito Simbólico (S. Freud), en el Ámbito Emocional ( W. Reich) y en el Ámbito Biológico (A. Diaz Goldfarb y L. Luque). 
   Fundaron el Centro de Estudios Biofuncionales para el Desplazamiento de la Percepción, donde se realizaron actividades de investigación, de docencia y de clínica.
   La comunidad profesional de la Orgonomia no pudo aún dar a este investigador el reconocimiento merecido, el que llegará con el tiempo por el propio peso del valor teórico y práctico del conocimiento desarrollado.
   Como ser humano fue un hombre sencillo, cálido y de un humor excepcional; que vivió siempre de manera coherente con sus teorías.
   
Mi más sincero reconocimiento a este intrépido pionero del estudio bioenergético.




Sitio web |
Bibliografía | La Pulsación de la Conciencia, Editorial Ecológica.
                      La Forma Humana, editorial Pluma y Papel.

martes, 10 de febrero de 2015

La EVOLUCIÓN de la PERCEPCIÓN HUMANA y su HUELLA en el ARTE


El Biofuncionalismo Orgonómico propone que la Percepción del hombre ha evolucionado desde sus orígenes hasta hoy.
 La Percepción es el vínculo que el ser humano tiene con sí mismo y con su entorno.
Es a través de su función que llegan a nosotros los estímulos del entorno, de las sensaciones y de las emociones que tenemos en el cuerpo. Es decir, es por medio de la Percepción que sentimos la “vida” en nuestros cuerpos.
“Percibir es sentir, vivenciar, contactar. Sentimos nuestro entorno y nos sentimos
a nosotros mismos. (…) A medida que vamos percibiendo vamos también interpretando, significando, explicándonos lo percibido.”[1]
El arte[2]es una expresión inherente al hombre. El ser humano ha ido plasmando en distintas formas artísticas, la Percepción de sí mismo y de su mundo desde su aparición en el planeta. Sus intereses, sentimientos, sensaciones y comprensión del mundo, han ido tomando diferentes formas expresivas configuradas por el estadio perceptivo de cada etapa de su desarrollo natural.
Podemos acordar que el ser humano sólo puede expresar aquello que percibe. Por lo que en este texto trataremos de ir descubriendo la impronta de las etapas de la evolución de la Percepción humana en el arte.


Orgonomía, Biofuncionalismo y Percepción


Para poder profundizar la comprensión de las diferentes expresiones artísticas desde la visión del Biofuncionalismo, es necesario dar un breve contexto teórico al cual referirnos llegado el momento.
La Orgonomía es una ciencia natural fundada en las leyes funcionales del Orgón. Fue creada por el Dr. Wilhelm Reich (1897-1958), médico psiquiatra y psicoanalista.
El Orgón es la energía cósmica primordial y posee leyes funcionales que la rigen, capaces de ser verificadas según los métodos de investigación registrados por su descubridor.
A finales del S XX, Alberto Díaz Goldfarb y Liliana Elsa Luque inician un nuevo desarrollo en la Orgonomía: el Biofuncionalismo[3]. Esta teoría tiene como fundamento e incluye, al Psicoanálisis y a la Orgonomía. Su objeto de estudio es la Percepción como cualidad de la energía Orgón.
Para la cultura la percepción es aquella que poseemos a través de los cinco sentidos, pero para el Biofuncionalismo sólo es así en los adultos.
El ser humano nace con una Percepción en términos de totalidad.
Es a la largo del aprendizaje del lenguaje y de las normas culturales, que la percepción va siendo introyectada en el cuerpo: “Desde un sistema perceptivo unitario como es el del recién nacido, el ser humano pasa progresivamente a un sistema perceptivo discriminante y discriminado, donde los cinco sentidos (vista, oído, gusto tacto y olfato) van especializándose a medida que se separan entre sí.”[4]
La percepción del bebé es “(…..) unitaria y global. Si bien, los sentidos están físicamente desarrollados, no funcionan independientemente unos de otros. Esto es así pues funciona orgonóticamente como una unidad.”[5] Su campo energético y su cuerpo pulsan conjuntamente y los estímulos del entorno le producen sensaciones que le recorren libremente en su totalidad. El es aquello que lo estimula: su mamá, el perro, su juguete. Esta etapa inicial del desarrollo humano es denominada por el Biofuncionalismo como Ámbito Biológico o Perinatal.
Durante el crecimiento, la energía que corría libremente va siendo detenida en distintas partes del cuerpo, siendo metabolizada como emociones. “El desarrollo evolutivo del niño impone la inclusión de nuevos estímulos en el contacto con su entorno, así como la respuesta motriz a esos estímulos. Primero en el vínculo con su madre y progresivamente en los demás vínculos, el niño se irá expresando a través del movimiento. Esta descarga  motriz (cada vez más compleja) involucra a la musculatura estriada, a través de la cual irá pudiendo expresar sus emociones (ira, miedo, angustia). (…). A este ámbito caracterizado por el movimiento expresivo lo hemos denominado "Ámbito Emocional (…). “[6]. Así el niño se vincula con su entorno a partir de lo que siente, y al mismo tiempo se reconoce separado de éste por las emociones que contiene en su cuerpo.
Paralelamente al aprendizaje del lenguaje, el niño comenzará a desarrollar su capacidad simbólica. “En su crecimiento, el niño comenzará a ponerle nombre a sus sensaciones, a las cosas, a su mundo. Buscará una palabra que represente aquello que siente. Así, la simbolización cumplirá la función de asir y explicar la realidad.”[7] Esta es la etapa denominada Ámbito Simbólico.
Así el ser humano va introyectando el mundo dentro de sí en símbolos, e irá vinculándose con el medio desde ellos. Dado que éstos se constituyen en alguna circunstancia de la historia personal del individuo, quedan asociados a los valores y emociones experimentados en la misma. Tanto, que ante las circunstancias gran intensidad emocional a lo largo de su vida, un adulto reaccionará según éstos registros de su historia personal y no necesariamente a los estímulos reales de lo actual.
Este proceso, desde una percepción global sin una diferenciación yo-no yo del entorno hasta una percepción encapsulada en los cincos sentidos filtrada por la historia personal; es el desarrollo de un yo incipiente a un yo maduro. Para la Orgonomía la maduración yoica es idénticamente funcional a la completud del desarrollo de la capacidad simbólica.
El Biofuncionalismo explica esto desde el punto de vista corporal. Hace una diferenciación entre cuerpo y organismo: “En nuestra terminología biofuncional hemos diferenciado cuerpo de organismo por considerar que el organismo es el aspecto genérico que define al hombre como un ser humano, mientras que el cuerpo es la modalidad individual de ese organismo, regido por un yo que lo particulariza, que le da un carácter y que lo hace peculiar.”[8]
Es en el nacimiento que el organismo del bebé se particulariza en función de su experiencia. Reaccionará de una manera singular a los toques, temperatura, ingreso a la gravedad, etc; experiencia que queda registrada en su organismo. Este registro es la base de la constitución de un incipiente yo. En su crecimiento el nuevo ser irá impregnándose de las pautas culturales, y su intelecto irá construyendo una idea de sí mismo y del mundo a través de su historia personal, constituyendo un cuerpo.
El cuerpo de un adulto es un organismo impregnado de símbolos culturales. Dado que los símbolos secuestran porciones de energía, un cuerpo ya saturado de ellos va perdiendo la vitalidad que le otorga el libre correr de energía orgón. Esta es la etapa que la cultura define como vejez o tercera edad.


La evolución de la Percepción humana


Alberto Díaz Goldfarb plantea que es posible que el ser humano haya evolucionado a través del tiempo, desde sus orígenes y hasta nuestros días. “No podríamos decir que el homo sapiens de las civilizaciones antiguas y el homo sapiens de nuestra era tecnológica son lo mismo. Así, la percepción humana a través del cuerpo también ha sufrido las alteraciones impuestas por esta evolución.
En términos generales decimos que el hombre fue transitando por diferentes estados perceptivos propios de cada época, en un desarrollo funcional y creciente capaz de brindarle una aproximación cada vez más integral y acabada a las dos entidades que definen su existencia, esto es, lo temporal y lo eterno. A través de esta evolución, el organismo, representante vital de lo eterno, se fue modificando a través del cuerpo, receptáculo del yo y por ende representante de lo temporal."[9]
Decíamos más arriba que el hombre plasma su percepción de sí mismo y del mundo en sus obras. Siendo esto así, necesariamente debe verse reflejado en el arte de cada época.
Es quizás necesario aclarar que la evolución de la percepción humana es un hecho natural, en el que las transformaciones se fueron dando paulatinamente con  un ritmo cósmico. Seguramente ha habido saltos evolutivos cuando ciertos estadios habían logrado su masa crítica y pudiendo decantar la nueva etapa.
Iniciaremos esta exploración con la expresión visual del hombre primitivo.



Arte del hombre paleolítico


Dice Díaz Goldfarb que en tiempos iniciales del hombre, éste pulsaba con la naturaleza. Es decir, no poseía conciencia de sí como ser separado. “Aquella fusión con el entorno marcó una modalidad perceptiva que por sus características puede ser asociada al estado primario o perinatal del aparato psíquico, objeto de estudio de nuestras investigaciones.”[11]





Cueva de Las Manos, Argentina



Los testimonios artísticos más antiguos del hombre son las siluetas de manos en diferentes cuevas del mundo. Son huellas de manos obtenidas soplando pintura sobre una mano apoyada sobre la piedra. Estas imágenes son desde el punto de vista semiótico “íconos indiciales”. Según Pierce este tipo de imagen posee una relación de continuidad con aquello que representa. Son signos visuales que poseen una conexión física real con el referente[12]. En la mayoría de lo que llamamos  pinturas, el tipo de imágenes utilizadas son “símbolos”: íconos que están en lugar de un objeto al que representan. Es decir signos que están separados de lo referido,  suplantándolo y convocándolo.
Por lo que si acordamos con que el hombre puede plasmar sólo aquello que percibe, podríamos entonces conjeturar que éste podría ser un registro visual de la época en la que el hombre aún no se percibía discriminado de la naturaleza: no podría pintar algo independiente de él pues él mismo aún no estaba separado de aquello que lo contenía. 
El siguiente testimonio artístico del hombre del Paleolítico son las bellísimas pinturas rupestres. El hiato entre las huellas de las manos y las primeras representaciones de animales en la Edad de Piedra es inmenso y es total la falta de registros de la transición entre las dos (…).”[13] 



 
Cueva de Lascaux


 Cueva de Altamira, España


Decíamos que el bebé es lo que percibe, fusionado energéticamente con el objeto. Desde este punto de vista los hombres del paleolítico guarnecidos en cuevas a causa de la glaciación, podían pintar aquellas hermosas pinturas pues ellos eran los animales: sentían sus movimientos, su fuerza, su potencia, su elasticidad, vibraba su cuerpo con ellos.  Esto puede apreciarse en la gran vitalidad de las maravillosas imágenes de las cuevas de Altamira, de Niaux, de Monte el Castillo, Drakensberg Park, etc.


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  Cueva Tito Bustillo, España 




 
Cueva de Lascaux, Francia

 
 
Dado el estadio evolutivo de su Percepción, aquellos hombres tenían necesariamente gran movilidad energética, y por lo tanto gran flexibilidad corporal con movimientos armónicos, elásticos. Es posible comprender entonces que aquellos seres primitivos fuesen capaces de pintar con delicada y armoniosa sinuosidad líneas y formas. Las pinturas rupestres paleolíticas hacen sentir que las imágenes poseen vida en sí mismas. 


                                                          Cueva de Tin Taghirt, Argelia


Se supone que la función de estas pinturas era mágica, una acción real para cazar al animal. Dice Arnold Hauser [14] que posiblemente la calidad visual era la trampa en la que caía el animal. Y continúa “la característica más peculiar de los dibujos naturalistas del Paleolítico es que ofrecen la impresión visual de una manera tan libre y tan pura, tan libre de añadidos o restricciones intelectuales, que hasta el impresionismo moderno no es posible encontrar un paralelo en el arte posterior. (…) Los pintores del Paleolítico eran capaces de ver simplemente con los ojos, matices delicados que nosotros sólo podemos descubrir con ayuda de delicados instrumentos científicos”.[15]



Cueva de Niaux, Francia



El Biofuncionalismo comprobó que una Percepción libre de obstáculos posibilita una total atención sobre el objeto. Esto da luz sobre la aguda capacidad de observación que manifesta el conocimiento sobre los animales pintados.  Como así también el aprovechamiento de los volúmenes de las paredes de piedra; el acertado uso del tratamiento superficial de los únicos dos colores que usaban;  como puede observarse en el área policroma de las Cuevas de Altamira. 


 
Cuevas de Altamira, España  


Es también testimonio de esta atenta observación y sensibilidad la pintura del pequeño antílope de Drakensberg Park. Es conmovedor la vulnerabilidad del joven animal que está vívidamente presente en la pintura. 



Drakensberg Park, Sudafrica



Para terminar, dice el texto del sitio web oficial del Museo de la Cueva de Altamira: “Cuando visité por primera vez Altamira pensé, ha sido como volver al origen, que es el sitio más fértil. Creer que el arte ha avanzado mucho desde Altamira a Cézanne es una pretensión occidental, vana.  Miquel Barceló.






Arte del hombre del Neolítico


El Biofuncionalismo plantea que en algún momento y por alguna causa desconocida, el hombre se separó del fluir de la naturaleza, y “su atención se centró en la capacidad de percibir y percibirse a sí mismo” [16] siendo esto el posible origen de la capacidad intelectual. Una huella de la obtención de la conciencia de sí, es que comienza a aparecer representado el hombre.



Barranco de Valltorta, Castellón, España


Toda aquella conexión vital del hombre Paleolitico con la naturaleza, y su consecuente sensibilidad y observación del entorno desaparecen en el Neolítico, “(…) en el cual el hombre sustituye la inmediatez de las sensaciones por la inflexibilidad y el estatismo de los conceptos.”[17]




 
Pintura Levantina, España


Esta cita expresa de manera clara lo que se siente al observar las imágenes neolíticas. Y también da testimonio para la hipótesis de que en esta etapa el hombre ya se ha separado perceptivamente de la naturaleza, y posiblemente comenzara a observar y explicarse su entorno desde un intelecto. Si bien seguramente éste era básico, la expresión artística neolítica muestra la falta de conexión sensible que sucede al perder la ligazón energética con el contexto vital.
Esta transformación de la experiencia directa y sensual del mundo paleolítico al pensamiento y la interpretación neolítica, se plasmó en la transformación de representaciones  realistas impregnadas de vitalidad a imágenes de un formalismo rigidizado con uso de signos, de símbolos y de idealizaciones de ese mundo. La pintura pasa a caracterizarse por su esquematismo y por su marcado carácter simbólico.


 

Venus de la cultura Cucutemi, zona de Ucrania, Moldavia, Rumania.


Mientras el hombre estaba integrado al fluir natural, se relacionaba con lo desconocido a través de la magia. En ésta su atención estaba puesta en la observación del entorno del cual dependía para su subsistencia. Con la separación del flujo de la energía de la naturaleza y de la posible aparición de un intelecto, se inicia la práctica del animismo pues, seguramente, su autopercepción le indicaba una división entre su pensamiento y su cuerpo. Por lo que también su realidad queda escindida según una realidad visible y un mundo espiritual invisible, un cuerpo mortal y un alma inmortal. Así el hombre neolítico pasa a vivir según una realidad cotidiana y una suprarealidad con la que intenta comunicarse a través de ritos. Esta dualidad en que quedó sumergido el hombre, se expresa en la aparición de un arte sagrado y otro profano.
El arte profano son los objetos utilitarios: la cerámica, las herramientas de piedra pulida, etc. El arte sagrado las  estatuillas asociadas a los ritos, y los monumentos megalíticos con funciones funerarias y  observatorios para realizar mediciones celestes.




Estatuillas de la cultura Cucutemi 


Por otro lado, el control del medio que posibilita el intelecto permitió al hombre Neolítico independizarse del azar, e iniciando el camino del control de la naturaleza, fue constituyendo la previsión organizada de la vida: desarrolló la agricultura y pudo acumular alimento, hecho asociado al surgimiento de la cerámica.
La salida de la glaciación el hombre salió de las cuevas y comenzó a  aumentar la población. Fue reuniéndose en pequeños poblados, se dividió en clases sociales y en trabajo masculino y femenino.  




Arte del hombre de la Edad de los Metales y Mundo Antiguo




Se denomina así pues el hombre comienza a descubrir los procesos metalúrgicos.
En la Edad de los Metales los cambios iniciados en el Neolítico se acentúan.
Las fases iniciales comienzan antes del V milenio a. C., en el Próximo Oriente (Turquía, Siria y Mesopotamia) y en los Balcanes (Yugoslavia, Bulgaria y Rumania).
La evolución de las culturas en la Edad de los Metales fue dispar. Mientras en algunos lugares la cultura metalúrgica dio paso a la escritura y de la Historia; otras quedaron detenidas en la Prehistoria durante mucho tiempo.
En Europa meridional, Micenas, Creta y Grecia, con orígenes neolíticos llegaron a desarrollar  una civilización refinada con escritura propia. En el norte europeo, el pueblo más conocido fue el Celta.



Estatuilla Celta


En esta etapa muchos poblados se fueron transformando en ciudades, siendo el origen de las grandes culturas del mundo antiguo.
Las piezas metálicas continúan con decoraciones basadas en lo geométrico, y figuras con formas sintéticas.

Vasija, Edad del Hierro, Zaragoza, España.




Estela antropomorfa, Edad del Hierro, Zaragoza, España.




Estatuilla, Edad del Bronce, Servia.



         Decíamos  antes que en el Neolítico el hombre se separó del fluir energético de la naturaleza. Esta maniobra implicó que el ser  humano como especie pasó a sostener un monto propio de energía. Pero esta no fue sustentada individualmente sino en grupos, en tribus. Desde el punto de vista Biofuncional esto significa que poseían una conciencia comunal,  no individual. 
Dice Díaz Goldfarb: “En los tiempos anteriores a la era cristiana, la Percepción humana carecía de un límite definido entre el yo y el no yo. En otras palabras, el cuerpo como representante yoico no se distinguía demasiado del organismo como representante del hombre universal. La individualidad no era, por tanto, el rasgo característico de entonces, y el hombre se definía más por su pertenencia a la raza o a la tribu que por sus particularidades personales.”[18]
        Necesariamente este estadio perceptivo dejó una impronta, y ésta puede ser detectada tanto en el arte sagrado y como en el profano. A la luz de este conocimiento puede verse que las imágenes son genéricas dentro de las comunidades. No existen piezas de expresión artística personal. En el arte decorativo las aplicaciones icónicas son características de la comunidad que las produce. Las estatuillas usadas en rituales tampoco presentan particularidades significativas.

         Es muy interesante observar que aún en culturas muy desarrolladas, las imágenes de los frescos de los palacios no presentan particularidades. El hombre representado posee el mismo cuerpo, el  mismo rostro, la misma actitud corporal. Esto es muy claro en el arte egipcio.

                                                                   


                                                                                
 Fundición de cobre en murales funerarios egipcios




Pintura al fresco procedente de la tumba de Djeser-Kere-Somb, en Tebas



            La interpretación sobre el origen del canon egipcio en la representación de las imágenes podría ser quizás reconsiderada. Podemos plantearnos que tal vez la razón haya sido el estadio perceptivo que poseía el hombre en ese momento, y no una ley dictada ex profeso por los faraones.
            En Creta sucedía lo mismo y no se habla de una norma emanada desde un cierto poder comunal. Aunque las imágenes usadas tenían una gran vitalidad, existía una forma única en su concepción, y la naturaleza y seres humanos eran representados de manera genérica, sin singularidades.



Palacio de Cnosos (Creta). Damas en azul 
Damas en azul, fresco del palacio de Knossos, Creta




 Fresco del palacio de Knossos, Creta



              Dice Díaz Goldfarb que hombre anterior al cristianismo no experimentaba "una clara discriminación entre mundo interno y mundo externo." [19]
Surge entonces como significativo que los templos anteriores al cristianismo no tenían un espacio interior. La  comunidad que se reunía por fuera de los templos a realizar los ritos a sus dioses.




Arte del hombre romano 


La cultura romana fue el contexto cultural donde se manifestó el Cristianismo, en el periodo de la Roma Imperial.[20] El Cristianismo surge con la decadencia del imperio romano.
El arte romano tuvo influencias etruscas y principalmente griegas. Fue caracterizado por ser material, concreto, bello y al servicio del estado.
En la expresión artística romana puede adivinarse que el desarrollo perceptivo continúa. Surge una tipología inexistente hasta el momento: retratos de personalidades de la comunidad. Estas pinturas y esculturas presentan las singularidades físicas de los rostros.



 
Retrato de Calígula 




Retrato de Cicerón (3 de enero de 107 a. C)


Otra registro que atestigua posiciones  individuales  respecto del  mundo, son los grafitis. En las excavaciones arqueológicas de Pompeya, sepultada por la erupción del volcán Etna en el año 79, se encontraron innumerables grafitis con opiniones de toda índole.








Grafiti romano









Arte del hombre Cristiano

 


    El Biofuncionalismo nos explica queLa era cristiana marca el comienzo de un nuevo modo perceptivo signado por una mayor diferenciación yo-no yo, es decir, por una mayor individuación. El sujeto comienza a desarrollar consciencia de sí, lo que en términos bioenergéticos significa la posibilidad de reunir en sí mismo la totalidad de su energía vital -anteriormente dispersa en la tribu y mediatizada a través del espíritu de grupo-. Se inicia así la era de la individuación y de la autoconsciencia.”[21]

Refiriéndose a la etapa de surgimiento del cristianismo Díaz Goldfarb dice que “Aquí comienzan a vislumbrarse los tres estadios que más tarde distinguirán al aparato psíquico. El ámbito perinatal, lo indiferenciado, irá evolucionando hacia lo emocional, es decir, ciertos montos de energía que antes no tenían la posibilidad de ser tolerados como discriminados de la totalidad serán ahora contenidos en diferentes zonas corporales. El sujeto podrá percibir su cuerpo como diferente de la totalidad y de los demás individuos gracias a la emoción contenida. 
A su vez, la permanencia del espacio emocional irá generando las condiciones para la internalización de símbolos, esto es, de las representaciones de la realidad en el interior del organismo.”[22]
El arte paleocristiano vuelve a introducir el expresionismo en la imagen artística. Ahora los retratos de gentes comunes poseen carga emotiva. Los ojos pasan a tener gran importancia en la imagen, sugiriendo “un secreto interior”.[23]



 
Retrato de la catacumba de Priscila (Roma)



Retratos de enterramientos de simples particulares (siglos I a III dC)
de la región de Al Fayum, Egipto romano.



Volviendo sobre la teoría Biofuncional, es pertinente explicar lo siguiente. El origen del yo en el hombre se establece en el nacimiento. En el momento del corte de cordón el bebé debe realizar una maniobra vital: “El flujo energético interrumpido por el corte del cordón umbilical busca desesperadamente re-ligarse y, no pudiendo hacerlo, encuentra su primer objeto de catexis (carga), (…) el propio cuerpo.”[24] Es decir, el cuerpo así particularizado es el primer símbolo, el primer afuera. Es por esto que tenemos un espacio interno que permite diálogo con nuestro propio yo.
 Las representaciones en las paredes de las catacumbas muestran una disminución de la importancia del mundo exterior. Los animales, las plantas, los paisajes, pasan a estar sustituidos por decoración abstracta de líneas y colores. Esto parece realzar la importancia del mundo interior.
También en los frescos de las catacumbas aparece el uso del símbolo. Jesús era representado por un pez. Los cristianos se negaban a reconocer el carácter divino del emperador, por lo que fueron perseguidos. Para reconocerse entre sí utilizaban símbolos, protegiéndose de sus enemigos. 

Panes y peces

      Es también en esta época que los templos comienzan a tener un espacio interior donde la comunidad se congrega, ahora para orar individualmente y hacia dentro con su Dios.[25]
      El arte paleocristinao no busca la belleza; asume una función religiosa y didáctica. Las imágenes pasan a ser valiosas por su significado. Es una iconografía con sentido simbólico y expresivo, una propuesta nueva del hombre, en la historia de su desarrollo natural.
       Eward Hall ha planteado que el error de las interpretaciones realizadas sobre el arte de épocas pasadas es que fueron realizadas en función de la escena  contemporánea.“Que el hombre actual está excluido para siempre de la plena experiencia de los mundos sensoriales de sus antepasados”[26]. La teoría Biofuncionalista brinda un conocimiento que posibilita integrar nuestra Percepción a nuestra interpretación intelectual, fusión clave para la comprensión del Arte del pasado y el contemporáneo.

Mónica Raiberti 
 







[1] Orur S XXI N° 4. “Percepción II”.

[2]  Real Academia Española: El arte (del lat. ars, artis, y este calco del gr. τέχνη). En este artículo se tomará la concepción de Arte como Bellas Artes; y dentro de ellas se reflexionará mayormente sobre las imágenes.

 [3] El nombre del BIOFUNCIONALISMO se funda en el de Biofunción: del griego bio: vida, y del latín función, funcional: correspondencia de una cosa con otra, interdependencia. Una Biofunción puede ser definida como un “campo mórfico” o “campo morfogenético”. Estos son campos de formas, patrones o estructuras de orden. Ordenan la naturaleza según la memoria que almacenan sobre formas y comportamientos de cada ser vivo o no vivo: animales, plantas, minerales, etc.

[4] Orur S XXI N° 3. “Percepción I”.

[5] Op. cit.

 [6] Orur S XXI N° 17. La "Forma Humana" Su transcripción en los distintos ámbitos”.

[7] Op. Cit.

[8] Orur S XXI N° 43: Alberto Díaz Goldfarb, “EL CUARTO AMBITO. Conferencia sobre la posible evolución de la percepción humana.”

[9] Op. cit

 [11] Orur S XXI N° 43: Alberto Díaz Goldfarb, “EL CUARTO AMBITO. Conferencia sobre la posible evolución de la percepción humana.”

[12] Según la clasificación pierceana un Indice: la relación que tienen con aquello que representan es de continuidad. Por ejemplo, un rayo (es índice de tormenta), una huella (es índice de algo pasó por ahí).

[13] Hauser, A. “Historia social de l Literatura y el Arte” (1969) Madrid: Ediciones Guadarrama. Pag. 25

[14] Sociólogo húngaro y luego nacionalizado británico (1892-1978). Su importancia radica en el  análisis que realizó sobre los condicionantes y elementos socio-económicos de la obra artística, renovando  los estudios sobre estética que imperaban  su época y hasta la actualidad. Para Hauser, toda obra, era realizada por individuos influidos por un tiempo y un espacio concreto, y su sociedad.

[15] Hauser, A. “Historia social de l Literatura y el Arte” (1969) Madrid: Ediciones Guadarrama. Pag. 18-19.

[16] Díaz Goldfarb, A y Luque, Liliana . (2001) “La Forma Humana”. Buenos Aires: Ed. Pluma y Papel.

[17] Hauser, A. “Historia social de l Literatura y el Arte” (1969) Madrid: Ediciones Guadarrama. Pag. 18-19.

[18] Orur S XXI N° 43: Alberto Díaz Goldfarb, “EL CUARTO AMBITO. Conferencia sobre la posible evolución de la percepción humana.”

[19] Op cit.

[20] Esta tuvo tres etapas, La Roma latina con monarquías de reyes etruscos,  la Republica Romana y finalmente el Imperio Romano.

[21] Orur S XXI N° 43: Alberto Díaz Goldfarb, “EL CUARTO AMBITO. Conferencia sobre la posible evolución de la percepción humana.”

[22] Op. cit

[23] Huyghe, R. (1958) "El arte y el hombre". Barcelona: Editorial Planeta.

[24] Orur S XXI N°, “La “Forma Humana”. El origen biológico del yo.

[25] Para los templos se tomó la tipología de las basílicas romanas, edificios públicos romanos con forma rectangular y divididos en naves.

[26] Hall, E. (1982) “La dimensión oculta”. México: Ed. S. XXI Pág. 102.